sábado, 11 de abril de 2009

Resurrección

Mis queridos todos,

Se que algunos se han estado preguntando por qué no he estado escribiendo. Tras mucho evaluarlo, he decidido contarles la verdad. Mamá siempre dice que la verdad es lo que nos define como individuos dentro de una sociedad, yo creo que es lo único que nos matiene cuerdos, es nuestro piete à terre.

Son pasadas las 23h00, mi hora de jugar. Mamá y yo hemos acordado esa hora porque antes estaba fuera siempre y a otra hora era imposible. Por lo general, solía esperarla echado en la puerta hasta que llegara y se pusiera pijamas. Le gustaba abrir la puerta y que yo fuera lo primero que veía al llegar. Creo que le gusta saber que la quiero. Las 23h00 era una hora perfecta, porque ni ella ni yo estábamos cansados y podíamos escoger por cuál juego comenzar. Es fácil hablar con ella. Si corro y me escondo, ya sabe que quiero Las Escondidas. Si le toco el tobillo, ya sabe que quiero correr y jugar a lo que ella llamó Las Chapadas. Si me echo en el piso me acaricia desde la panza hasta las orejas, a eso le puso Pancita.

Ahora mamá está más seguido en casa... Pero eso no ha ayudado a que juguemos más. Por alguna razón, la historia esa de no poder ganarse el pan no se ha hecho realidad. Luego de la famosa renuncia, le tomó dos meses escapar. No en vano le llamaba La Jaula. Hace algo de tres semanas se ha vuelto independiente... Lo que la ha vuelto totalmente dependiente de la computadora y por ende independiente de nuestros juegos a las 23h00. Al menos las latas de comida siguen llegando y dentro de todo, contenta está.

Hoy es uno de esos días. Ya que llevo más de quince minutos maullando por toda mi casa (es mía, yo se la presto a mamá), tocando puertas y raspando sillas, sin que venga a jugar. Ella sabe que cuando maullo y corro es momento de jugar. Ya voy Corazón, un ratito. Eso fue hace más de veinte. No llores, ahorita termino y voy. Aprovechando se ha parado a buscar algo en la cocina, me he parado aquí a tipear. Aquí va La Verdad.

Resulta que el otro día (léase Febrero) vi pasar al primo lejano de Pinoccio. Pinoccio era una ardilla que tuvo mamá hace algunos años. Los días que encontraba la ventana abierta, el primo de Pinoccio venía y me contaba historias sobre la Libertad. Esa palabra era como oro en polvo para mamá, así que fue interesante escuchar la definición del primo de Pinoccio. Para entenderlo mejor, hizo la comparación entre su vida y la de Pinoccio, a quien la abuela tenía en una jaula. Así fue como me enteré que eran primos. Al parecer, un día la abuela vio que mamá había sacado a Pinoccio de su jaula y entre juegos la había arañado. Le dijo que lo llevara al Parque de las Leyendas (es como una jaula, pero mucho más grande) para que analizaran si tenía rabia. Luego de varias protestas no le quedó sino hacerlo y luego de algunos análisis, el veterinario le respondió que no, que Pinoccio no tenía rastro de rabia... Mientras le enseñaba su cabeza abierta de par en par en la mano. Desde entonces, mamá pasa horas sentada en la sala mientras mira a las ardillas saltar de eucalipto en eucalipto. Así es como deben vivir, libres, no en jaulas como si fueran peligrosas o necesitaran de nosotros para sobrevivir.

Un día pues, el primo de Pinoccio me dijo que debía intentarlo. Que debía, como todos los gatos, buscar mi Libertad. Según el primo, los gatos nacimos para pasear por los techos y no para correr por la casa y maullar con humanos. Fue así como un día, luego de mucho escuchar sobre eso que llaman Libertad, decidí intentarlo y saltar.

Dos pisos y dos muelas después, entendí que quizá no todos los gatos estamos hechos para vagar por techos llenos de otros gatos y de Libertad, ni para subir árboles o caminar por cables de luz como las ardillas, ni para volar como las palomas que encuentro mirando por las ventanas cada mañana. Entendí que habemos gatos caseros, que somos felices con comida de lata, Escondidas, Pancita y maullar.

Entender todo esto me ha tomado algunos meses, durante los cuales no he vuelto a subir a una ventana, por lo que no he descubierto mucho para contar. Lo que he descubierto son los libros y discos de música clásica de mamá. Hay algunos interesantes, quizá sobre eso les pueda contar.

Mamá ya vuelve así que los dejo para maullar. Quizá esta vez si me haga caso, porque al menos parada ya está.

Gracias a todos los que escribieron preguntando por qué no habían novedades. Ya vieron, era cosa de saber esperar.

Balthazar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario